viernes, 20 de noviembre de 2009

EL MISTERIO DEL REAL FELIPE


En sus más de 250 años de existencia, la fortaleza del Real Felipe ha sido desde siempre una fuente inagotable de historias, relacionadas, con las incontables y fieras batallas que aquí se libraron.

Desde las preocupaciones del virreinato para controlar los ataques de los piratas, pasando por el asedio de los libertadores para alcanzar la independencia, hasta la batalla que evitó el desembarco de militares chilenos en nuestras costas, en plena Guerra del Pacífico, el Real Felipe, es sin lugar a dudas uno de los puntos preferenciales para conocer gran parte de la historia de nuestro país.

Pero lejos de esto, existen también otras historias, mucho menos ortodoxas, que han comenzado a llamar la atención de los miles de visitantes que anualmente, recorren cada uno de los pasillos de este enclave militar.

Son historias vinculadas a fenómenos paranormales, historias que narran las apariciones de mujeres a mitad de la noche, de ruidos extraños como de cadenas o gritos, e incluso, historias de muerte.

Entre las narraciones más populares que rondan el fuerte, se encuentra la de la Dama Blanca, que según los testimonios se trataría del espectro de una mujer que suele aparecer a medianoche, en la puerta del Torreón del Rey.

Los testigos señalan que la misteriosa imagen aparece sobre el puente que separa la torre del complejo, vestida completamente de blanco, sin pies y cantando una melodía tenebrosa. Algunos aseguran que el supuesto fantasma pertenece a la mítica Perricholi, amante del virrey Amat, y que según dicen, solía esperar en este punto de la fortaleza, el encuentro con su amado.

Otra historia que circula por quienes han visitado el lugar es aquella que cuenta el suicidio de uno de los militares encargados de hacer la guardia en el Torreón de la Reina. Se dice que el soldado, temeroso de enfrentar los fenómenos inexplicables que allí se presentaban subió una noche a la terraza de la torre y una vez allí decidió lanzarse al precipicio para acabar con su vida.

Estas historias han sido corroboradas por los propios militares y guías turísticos que trabajan en la fortaleza, quienes además, aseguran haberse encontrado en más de una oportunidad con uno de estos fenómenos.

Verdad o no, lo cierto es que la fortaleza pareciera hoy contradecirse con el propio peso de su pasado. El silencio que hoy puede sentirse entre sus pasillos y ambientes se contrasta notoriamente con el estruendo de los cañones y los gritos de dolor que alguna vez ensordecieron cada rincón de este lugar y los espectros de hoy bien pudieron ser los hombres vivos que en ese entonces defendieron con su vida, lo que creyeron defendible. Quizá en ese tiempo, ellos también pisaron el mismo suelo que hoy pisamos, recorrieron el mismo pasillo que hoy transitamos y por qué no, vieron el mismo cielo, que hoy contemplamos.


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